miércoles, 22 de mayo de 2013

EL CRITICO (Si supiera cantar me salvaría)





Para los que amamos el teatro, como espectadores esta obra es una increíble muestra de talento. Horacio Peña demuestra su solidez en cada parte del texto,  que muchas veces se hace difícil de decir con naturalidad. Pompeyo Audivert expone sus dotes de artista en un personaje que bordea el grotesco, por ser un poco sobreactuado. Creí entender que Scarpa se ve obligado a estar “en pose” frente al crítico Volodia, para no exponer todo el tiempo sus sentimientos de inferioridad, su necesidad de complacer, su miseria.

El juego dialéctico entre estos personajes me mantuvo inmersa en el texto, duro de seguir en algunos momentos, lleno de lugares comunes para una obra de teatro que habla sobre el teatro. 

Irónicamente, Volodia critica al teatro autorreferencial. Dice que nadie va al teatro para aprender sobre él. Le dice a Scarpa que el único sentido del teatro es mostrarnos la verdad, para ayudarnos a soportar la mentira que nos rodea. Que la verdad en un escenario suscita siempre rechazo y sólo unos pocos tienen el valor de plasmarla.

Pero esa catarata de palabras que los actores interpretan maravillosamente tiene contradicciones y ambivalencias. Los personajes cambian sus roles, casi al final, de una forma paradójica. El autor de teatro va a la casa del crítico en busca de su aprobación y algunas explicaciones, y al final, quien se va es el crítico en busca de un amor. Esa parte no me quedó nada clara. Pero tampoco es importante. La historia casi diminuta de una mujer en la vida de estos dos hombres pasa inadvertida. Como muchas otras cosas. 

Juan Mayorga, el autor de El Crítico dice en el programa que entiende la crítica como un gesto de amistad, que necesita de otros para orientarse, porque entre sus espectadores puede haber alguien que vea lo que él no ve. Scarpa critica la labor del director de su obra, la puesta en escena, la elección de la actriz, porque no supo interpretar lo que él escribió. Actúa para Volodia la pelea entre el joven boxeador  y su entrenador, y el mismo crítico reinterpreta todo según su visión, concluyendo que no hay actor sobre la faz de la tierra capaz de ponerle el cuerpo a lo que él imagina. 

Como también dice Volodia la función del actor es darle al espectador lo que espectador quiera. Y esa es la conclusión más simple que puedo exponer, después de horas de cavilación, y de un tema que da para litros de café. 

Altamente recomendable porque me llevé la emoción de ver a dos grandes actores desplegar todo su oficio, con una dirección maestra. 



Ficha Artística
Autoría: Juan Mayorga
Actúan: Pompeyo Audivert, Horacio Peña
Asistencia artística: Lucila Piffer
Dirección: Guillermo Heras

Teatro SAN MARTIN
Av. Corrientes 1530 CABA
Web: www.teatrosanmartin.com.ar
Domingos 20:00hs. 
Miércoles 21:00hs. 
Jueves, Viernes y Sábados 21:00hs.


1 comentario:

  1. Muy recomendable: excelente interpretación con temas universales: la creación, los maestros, los adversarios, el amor

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