viernes, 20 de julio de 2012

Elevé



Por definición, las obras de danza-teatro “no nos cuentan una historia, sino que proponen situaciones escénicas en torno a los conflictos humanos y las reflexiones sobre la existencia, en las que el espectador puede identificarse y donde el dolor es transformado en una forma estética.”

Con Elevé degusté este tipo de espectáculos y confieso que algunos de mis prejuicios al respecto se han evaporado. Al entrar, siete azafatas me llevaron por Elevé (líneas aéreas), “un vuelo hacia el universo de la mujer perfecta”. Atrevidas y despampanantes, cuentan casi sin palabras las torturas socialmente impuestas a las que la mujer se ve sometida. Desde el minuto cero la propuesta se me presentó innovadora y fresca, por su minimalismo y dinámica. Por momentos me atormentó el voluptuoso griterío de féminas… ¡Imagínense siete mujeres con distintos tonos (algunos agudísimos) gritando al unísono! Luego reflexioné que esa misma energía es la que a veces coloca en las mujeres la etiqueta de la histeria. Y ahí le hallé sentido a la cuestión.

Pero no todo lo que brilla es oro. Si bien me pareció un viaje en el que cada espectador se llevará algo distinto y donde no hay mucho lugar a las pretensiones de linealidad, observé ciertos cortes en la narrativa reemplazados por un estilo más cercano a la performance. Por otro lado, entiendo que hablan del lugar de la mujer como “fabricante de sonrisas” (por eso la metáfora de la azafata, obligada a sonreír pase lo que pase) y objeto de legados impuestos por la tradición social. Pero me dio la sensación de que esto se veía limitado a conflictos en torno a la belleza y el mandato familiar, cuando en realidad el lugar de la mujer en la sociedad actual excede ampliamente esos campos. Quizás se me haya escapado alguna tortuga o pretenda demasiada profundidad, pero esa es mi percepción. Los vínculos me resultaron imprecisos (no sé si eso es bueno o malo), aunque es probable que en el código de la danza-teatro estos se vean constantemente interrumpidos por una lluvia de sorpresas, mutaciones, novedades. 

La puesta es acertada y la musicalización impecable. El espacio se transforma -una y otra vez- con los mismos objetos, creando situaciones por doquier. Las actrices (todo el tiempo en escena) recorren el espacio sin dejar hueco alguno (¡una cereza para la directora!). Me gustó el ritmo, las luces, los vestidos y los objetos pomponosos. ¿Lo más divertido? Cuando el aire se pone denso, Natalia Pena (una joyita de intérprete) saca su maraca y ¡fiesta! 

Lo que resulta indiscutible la maestría con la que todas las intérpretes pelan cuerpos, voces y toda su impronta en cada movimiento, creando imágenes estéticamente formidables. No me emocioné ni salí con ganas de cambiar el mundo, pero me entretuve, me reí y me fui con algo resonando en la cabeza. ¡Geraldiiiinnnneeeee! (solo para entendidos). 


Ficha Artística
Autoría: Paula Etchebehere
Intérpretes: Belen Bottaro, Paula Caldirola, Natalia Pena, Lucía Rivera Bonet, Micaela Sananes, Eugenia Saulquin, Daiana Villar
Diseño de maquillaje: Sol Dell Acqua, Agustina Zirulnik
Diseño de escenografía: Celeste Botet
Diseño de luces: Soledad Rivera
Diseño sonoro: Javier Rodríguez
Fotografía: Daniel Caldirola
Diseño gráfico: Tamara Beltram
Asistencia coreográfica: Carolina Gallo
Asesoramiento de vestuario: Maria Fernanda Brinatti
Asistente de producción: Maura Heredia Spivac
Prensa: Luciana Zylberberg
Producción: Daiana Villar
Dirección de actores: Javier Rodríguez
Dirección general: Paula Etchebehere
Este espectáculo formó parte del evento: NoAvestruz en movimiento: 10 años de vida


NOAVESTRUZ
Humboldt 1857 C.A.B.A.
Teléfonos: 4777-6956
Web: http://www.noavestruz.com.ar
Entrada: $ 50,00 / $ 40,00 - Viernes - 00:00 hs 

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